ORACIONES INICIALES
Acto de contrición
Oh, Padre
misericordioso, que desde el seno materno, predestinaste a San Juan Bautista,
para que fuera Precursor del Mesías, preparando por medio de la austeridad, de
su persona y la predicción de la palabra, el corazón de todos los hombres,
llevándolos al arrepentimiento, a través del bautismo penitencial, para el
encuentro con Jesucristo, Tu Hijo que vive y Reina por los siglos de los
siglos. Amén
GOZOS
Oh, Glorioso
Bautista alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Profeta de
soledades. Labio hiciste de tus iras. Para fustigar mentiras Y para gritar
verdades.
Oh, Glorioso
Bautista alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
El desierto
encendido fue tu ardiente maestro para allanar montañas Y encender los
senderos.
Oh Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor
misericordia y perdón.
Vio como el cielo se
abría Sobre el cordero de Dios Y su vos le anunciaría que por siempre unió a
los dos.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Más aun en su presencia,
Con humilde sumisión, Pide el que es Dios por esencia, Para empezar su misión.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Oh sin par doxología
Voz del Padre en el Jordán, El Hijo que la acogía y la Paloma que ardía Sobre
Jesús y San Juan.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Por fin en un
banquete Y en el placer de un ebrio, Y el vino de tu sangre santifico el
desierto.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Profeta de
soledades, Labio hiciste de tus iras. Para fustigar mentiras Y para gritar
verdades. Amén.
DÍA PRIMERO
Anuncio del Nacimiento de Juan el Bautista
(Lc 1, 5-25)
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había
un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer,
llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios
y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad
avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función
sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica,
entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del
pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. Entonces
se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo:
"No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te
dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo y de
alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos
del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo
desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su
Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar
a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los
justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto". Pero Zacarías
dijo al Ángel:"¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y
mi esposa es de edad avanzada". El Ángel le respondió: "Yo soy
Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y
anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día
en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se
cumplirán a su debido tiempo". Mientras tanto, el pueblo estaba esperando
a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. Cuando salió,
no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el
Santuario. Él se expresaba por señas, porque se había quedado mudo. Al
cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después,
su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. Ella
pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme
de lo que me avergonzaba ante los hombres".
DÍA SEGUNDO
Nacimiento y Circuncisión de Juan el
Bautista (Lc 1, 57-58)
Cuando llegó el
tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Alenterarse sus
vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la habíatratado, se
alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y
querían llamarloZacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe
llamarse Juan". Ellos ledecían: "No hay nadie en tu familia que lleve
ese nombre". Entonces preguntaronpor señas al padre qué nombre quería que
le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan".
Todos quedaron admirados. Y en ese mismomomento, Zacarías recuperó el habla y
comenzó a alabar a Dios. Esteacontecimiento produjo una gran impresión entre la
gente de los alrededores, y selo comentaba en toda la región montañosa de
Judea. Todos los que se enteraronguardaban este recuerdo en su corazón y se
decían: "¿Qué llegará a ser esteniño?". Porque la mano del Señor
estaba con él.
DÍA TERCERO
Predicación de Juan el Bautista (Lc
3, 1-18)
El año decimoquinto
del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato obernaba la Judea,
siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipotetrarca de Iturea y
Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y
Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un
bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el
libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del
Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las
colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces,
todos los hombres verán la Salvación de Dios.
Juan decía a la
multitud que venía a hacerse bautizar por él: "Raza de víboras, ¿quién les
enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan los frutos de una
sincera conversión, y no piensen: "Tenemos por padre a Abraham". Porque
yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El
hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen
fruto será cortado y arrojado al fuego". La gente le preguntaba:
"¿Qué debemos hacer entonces?". Él les respondía: "El que tenga
dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto".
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro,
¿qué debemos hacer?". Él les respondió: "No exijan más de lo estipulado".
A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?".
Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y
conténtense con su sueldo". Como el pueblo estaba a la expectativa y todos
se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a
todos: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que
yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los
bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla
para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en
el fuego inextinguible". Y por medio de muchas otras exhortaciones
anunciaba al pueblo la Buena Noticia
DÍA CUARTO
Juan el Bautista Bautiza a Jesús (Mt
3, 13-17)
Entonces Jesús fue
desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él.
Juan se resistía, diciéndole: "Soy yo el que tiene necesidad de ser
bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!". Pero Jesús le respondió:
"Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es
justo". Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua.
En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender
como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección".
DÍA QUINTA
Este es el Cordero de Dios, que Quita
el Pecado del Mundo (Jn 1, 19-37)
Este es el
testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde
Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?". Él confesó y no lo ocultó,
sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres, entonces?",
le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No".
"¿Eres el Profeta?"."Tampoco", respondió. Ellos
insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que
nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". Y él les dijo:"Yo soy una
voz que grita en el desierto: Allanen el
camino del Señor, como dijo el profeta Isaías". Algunos de los enviados
eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si
tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". Juan respondió: "Yo
bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no
conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su
sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde
Juan bautizaba. Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este
es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando
dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que
yo. Yo no lo conocía, pero he venido a
bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este
testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y
permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua
me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre
él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo". Yo lo he visto y doy
testimonio de que él es el Hijo de Dios". Al día siguiente, estaba Juan
otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo:
"Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oírlo hablar
así, siguieron a Jesús.
DÍA SEXTO
Ultimo
Testimonio de Juan el Bautista (Jn 3, 23-36)
Juan seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua
en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado
todavía. Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un
judío, acerca de la purificación. Fueron a buscar a Juan y le
dijeron:"Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que
tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a él". Juan
respondió: "Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes
mismos son testigos de que he dicho: "Yo no soy el Mesías, pero he sido
enviado delante de él". En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo
escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo esa hora perfecto.
Es necesario que él crezca y que yo
disminuya. El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la
tierra pertenece a la tierra y habla de
la tierra. El que vino del cieloda testimonio de lo que ha visto y oído, pero
nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es
veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el
Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y a puesto todo en sus manos. El que
cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá
la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él".
DÍA SÉPTIMO
Prisión de Juan el Bautista (Lc 3,
19-20)
Mientras tanto el
tetrarca Herodes, a quien Juan censuraba a causa de Herodías, la mujer de su
hermano² y por todos los delitos que había cometido, cometió uno más haciendo
encarcelar a Juan.
DÍA OCTAVO
Muerte de Juan el Bautista (Mc 6,
17-29)
Herodes, en efecto,
había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su
hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes:
"No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a
Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que
era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero
lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes
festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus
oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y
agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven:
"Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento:
"Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi
reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?".
"La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió
rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me
traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El
rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados,
no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de
Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre
una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los
discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
DÍA NOVENO
Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista
(Lc 7, 24-30)
Cuando los enviados
de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo:
"¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué
salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas
vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué
salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.
Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Les aseguro que no
ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en
el Reino de Dios es más grande que él. Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso
los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de
Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por
él, frustraron el designio de Dios para con ellos.
ORACIÓN FINAL
Oh, Glorioso San Juan Bautista, que durante toda tu vida
diste testimonio del total desprendimiento de las cosas terrenas cumpliendo con
humildad Y fidelidad la voluntad del Padre Celestial, como verdadero Precursor
del Mesías y poco, con sencillez del deber cumplido, fuiste desapareciendo para
que Cristo Salvador inaugurara el Reino de Dios entre los hombres. Ayúdanos a
vivir, según el ejemplo admirable que Tú nos das, para que un día podamos
contar contigo en las Mansiones Celestiales las glorias y alabanzas de nuestro
Creador. Amén
Qué papel te tocó jugar! Espero que ya estes a donde realmente perteneces!
ResponderEliminarEs una Novena muy hermosa, con esas reflexiones sobre la vida de Juan el Bautista y sobre el papel importante que le tocó vivir anunciando al Mesías.
ResponderEliminarMuchas gracias por qué hay quienes realizan estos trabajos para nosotros los que queremos conocer más de la palabra y de los actos de nuestros santos, gracias.
ResponderEliminar