ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Por la señal…
Señor mío,
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos
quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón
haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las
ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos
mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y
misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra
preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y
perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.
Amén.
Oh Virgen, la más
dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente
asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como
tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y
concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el
camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a
tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera
contigo, redimido y santificado por la sangre preciosísima de nuestro Redentor.
También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en esta novena y, si
conviene, me la concedas.
DÍA PRIMERO
Oh Virgen Dolorosa,
siendo tú árbol florido y fructuoso, fuiste tan afligida, y yo árbol seco e
inútil, quiero vivir regalado y soy impaciente de toda molestia y adversidad.
Te ruego me concedas espíritu de penitencia, humildad y mortificación cristiana
para imitarte a ti y a tu amado Hijo, crucificado por mí.
DÍA SEGUNDO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor que sufriste cuando el anciano Simeón te profetizó las
contradicciones con que el mundo había de perseguir a tu Hijo, te suplico no
permitas que yo me encuentre entre los mundanos enemigos de tu Hijo, sino entre
los que profesan dócilmente su doctrina y la reflejan en sus costumbres
verdaderamente cristianas, para que sea también de aquellos a quienes Él será
resurrección y vida.
DÍA TERCERO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor que tuviste cuando el soberbio y ambicioso Herodes quiso dar
muerte a tu Hijo, que venía a darnos vida, líbrame de toda ambición y soberbia
y haz que, en vez de arrojar de mi lado a tu Hijo, le llame a mi, y, pospuestos
todos mis intereses, le haga reinar sobre mi, siendo yo su vasallo fiel y
obediente, para reinar con él en la gloria.
DÍA CUARTO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor que sufriste cuando perdiste a tu Hijo en Jerusalén y estuviste
tres días buscándole, te suplico que nunca yo le pierda por el pecado y que, si
le pierdo, le busque con arrepentimiento, y buscándole, le halle con la sincera
confesión en el templo y le conserve con verdadera religión.
DÍA QUINTO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor que tuviste cuando por la calle de la Amargura acompañaste a tu
Hijo hasta el Calvario, haz que yo también le acompañe, llevando la cruz que su
providencia me ha dado, con humilde paciencia y digna constancia, sufriendo bien
todas las molestias que vengan de mis prójimos.
DÍA SEXTO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor que tuviste cuando viste a Jesús clavado en la cruz, concédeme que
yo me aproveche de los frutos de su pasión, que sea un cristiano verdadero,
crucificado con Cristo, y que considere como una honra el padecer y sufrir algo
por ser cristiano y practicar las virtudes cristianas.
DÍA SÉPTIMO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor que sufriste al recibir a tu Hijo muerto y bajado de la cruz, te
suplico me alcances el perdón de mis culpas, que fueron la causa de su muerte,
y que sus heridas se graben profundamente en mi memoria y mi corazón, como
testimonio de su amor, para que le ame hasta la muerte.
DÍA OCTAVO
Oh Virgen Dolorosa,
por el dolor con que acompañaste a tu Hijo a la sepultura y allí le dejaste
sepultado, concédeme que yo muera con los auxilios de la religión y sea
sepultado entre los fieles cristianos con Cristo, para que, en el día del
juicio, merezca resucitar con los verdaderos cristianos y ser llevado a la
derecha de Cristo.
DÍA NOVENO
Oh Virgen Dolorosa,
concédeme que así como tú, por tus dolores, recibes gran gloria en el cielo y
triunfas allí como reina gloriosa de los mártires, así yo también, después de
una vida mortificada con Cristo, merezca vivir eternamente en la gloria, dichoso
con Cristo. Concédeme, oh Reina de los mártires, vivir en la cruz con
paciencia, morir en la cruz con esperanza y reinar por la cruz con gloria.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Acuérdate, Virgen
Madre de Dios, cuando estés en la presencia del Señor, de hablar en favor
nuestro y que aparte su indignación de nosotros.
Oh Santísima Madre,
hazme esta gracia: fija en mi corazón con eficacia las llagas de Jesús
crucificado.
Haz que de Cristo en
mí lleve la muerte, que participe su pasión y suerte y medite en sus llagas
apenado.
Para que no arda en
los eternos fuegos, defiéndeme tú, oh Virgen, con tus ruegos, en el día del
juicio.
Y tú, oh Cristo, al
salir yo de esta vida, por tu Madre querida, haz que llegue a la palma de
victoria.
Cuando mi cuerpo
muera, haz que mi alma adquiera del paraíso la gloria.
Rezar tres
avemarías.
Ruega por nosotros,
Virgen dolorosísima, que estuviste constantemente junto a la cruz de
Jesucristo.
Nuestra Señora de la
Buena Muerte, ruega por nosotros.
Oremos.-Te rogamos,
Señor nuestro Jesucristo, que interceda ante tu clemencia la bienaventurada
Virgen María tu Madre, cuya alma atravesó la espada de dolor en la hora de tu
Pasión. Lo pedimos por ti, oh Jesucristo, Salvador del mundo, que vives y
reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
San José, ruega por
nosotros.
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